En los niños de edades entre uno y catorce años, el ahogamiento es la segunda causa principal de muerte relacionada con lesiones. La mayor parte de los niños que se han ahogado se encontraban nadando en una zona de agua abierta o en una alberca residencial. Sin embargo, los padres no deben preocuparse únicamente de las albercas y áreas para nadar, ya que es posible que un niño pequeño pueda ahogarse con una pulgada de agua. Bañeras, cubetas, albercas para niños, baños, bañeras de hidromasaje, spas, e incluso cambiadores de pañales suelen ser un riesgo de ahogamiento.
Un ahogamiento es extremadamente alarmante porque puede ocurrir rápida y silenciosamente. En muchos casos, un ahogamiento o una lesión grave pueden ocurrir en tan sólo unos segundos. En muchos casos, un ahogamientos puede ocurrir en tan sólo unos momentos, cuando un niño se deja desatendido o pasa desapercibido entre un grupo mayor de niños. Un niño puede asustarse fácilmente y sumergirse debajo del agua; también pueden golpearse la cabeza y perder la conciencia debido a una lesión cerebral. Algunos niños pueden ser succionados debajo del agua por corrientes o una fuga en la alberca y quedarse atorados.
Después de que un niño se sumerge y pasan dos minutos, perderá la conciencia, y después de cuatro a seis minutos, suelen ocurrir lesiones cerebrales irreversibles. El tiempo es esencial. Cerca del 92% de los niños que han sobrevivido a un accidente que estuvo cerca del ahogamiento fueron descubiertos luego de dos minutos de haber estado debajo del agua, mientras que el 86% de los niños que han muerto por ahogamiento fueron encontrados 10 minutos después de haberse sumergido. Las investigaciones han encontrado que cerca del 20% de los niños que han sufrido un incidente cerca del ahogamiento también sufrieron lesiones cerebrales o una discapacidad neuronal como resultado de la experiencia. En muchos casos, estos traumas son permanentes.